El Fondo de Justicia Climática y Seguridad Alimentaria nace del reconocimiento de que la crisis climática y la inseguridad alimentaria afectan de manera desproporcionada a las comunidades más marginadas del archipiélago. En respuesta, este fondo invierte en agricultoras que lideran el movimiento de sostenibilidad alimentaria en Puerto Rico, no solo con recursos económicos para sus proyectos agrícolas, sino también con acompañamiento técnico y organizativo que fortalece sus liderazgos y sus asociaciones.
Nuestra visión es clara: construir un país donde el derecho a una alimentación saludable y accesible esté garantizado para todas las personas, y donde el trabajo agrícola sea valorado como herramienta de justicia climática, sostenibilidad económica y bienestar comunitario.
El Fondo reconoce que Vieques y Culebra enfrentan desafíos únicos en cuanto al acceso a alimentos, al transporte y a la infraestructura básica debido a su ubicación geográfica, su historia de despojo y militarización, y la negligencia histórica de las políticas públicas. Invertir en estas islas-municipio es un acto de justicia territorial: apoyamos iniciativas lideradas por mujeres que cultivan tierra para alimentar a sus comunidades, preservar prácticas agroecológicas y construir autonomía en contextos insulares particularmente vulnerables al cambio climático.
Estas inversiones no solo atienden necesidades urgentes, sino que también siembran posibilidades de futuro desde el arraigo, el conocimiento ancestral y el poder comunitario.
Con este fondo hemos apoyado a asociaciones de mujeres agroempresarias que impulsan prácticas orgánicas y sostenibles de agricultura. Mas allá de cultivos, estas mujeres siembran redes de colaboración, conocimientos, valores de cuidado y resiliencia comunitaria.
Muchas de ellas han pasado de mantener pequeños huertos familiares a liderar cooperativas, mercados agrícolas y espacios de educación popular sobre nutrición, soberanía alimentaria y recuperación post-desastre. Nuestro compromiso es acompañarlas en ese tránsito: del trabajo invisible al liderazgo reconocido.
Puerto Rico importa entre el 85% y el 90% de los alimentos que consume. Esta dependencia extrema pone en riesgo la seguridad alimentaria del país, especialmente en momentos de crisis como huracanes, pandemias o interrupciones en las cadenas de suministro. Tras los huracanes Irma y María, y más recientemente con la pandemia del COVID-19, quedó evidenciado que el modelo actual de distribución alimentaria es frágil, injusto y altamente vulnerable.
A esto se suma el impacto del cambio climático: sequías, inundaciones, aumento de temperaturas y la degradación de los suelos afectan la estabilidad de las cosechas, dificultando aún más el acceso a alimentos frescos y saludables.
En este contexto, apoyar a mujeres agricultoras que producen alimentos de forma local, orgánica y comunitaria no es solo una estrategia de sostenibilidad: es un acto de resistencia, de justicia y de transformación sistémica. Estas mujeres están creando una nueva forma de habitar la tierra y de alimentarnos, una que honra la vida, la dignidad y el futuro de nuestras comunidades.
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